Las redes sociales tuvieron un momento de gloria hace unos
años como el escenario en el que las empresas podían llegar a los consumidores
de forma rápida, efectiva y con costes muy bajos. Los consumidores estaban ahí,
las marcas y las empresas también podían estarlo y, lo más importante, todo el
mundo jugaba con más o menos las mismas condiciones de partida. Uno podía ser una
pequeña compañía de un lugar periférico y convertirse en una estrella de las
redes sociales.
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